Monday, October 23, 2017

#YoTambien; #MeToo

Via HelloGiggles

#YoTambién… #MeToo

Entre tantas noticias sobre feminicidios, acoso y/o abuso sexual, violencia de género, y la lista sin fin que los medios recalcan, es casi imposible el no detenerme a cuestionarme, qué yo haría si algo tan enfermizo le pasara a uno de mis hijos? En especial, Amber Sophia, ya que según los estudios indican, cerca de 1 de cada 5 (18.3%) mujeres y 1 de cada 71 hombres (1.4%) son víctimas de violación en algún momento de sus vidas (The Testimony Project). Pero, según las tradicionales opiniones que circulan por nuestra querida isla, República Dominicana, ¿a quién realmente le ‘echamos’ la culpa?

He aquí tres de los tantos casos, de esos muchos que he pasado por alto, y de unos pocos que aún no he podido suprimir. Yo solía usar frenillos -me los colocó una muy buena ortodontista quien viajaba cada miércoles (o jueves) desde la ciudad vecina hacia Puerto Plata. Para la cita de limpieza clínica de los mismos ella, estratégicamente, recomendaba a sus pacientes que se atendieran con el dentista que compartía el local (cuyo quedaba a solo unos pasos desde mi hogar). Varias citas venían e iban; todo en orden… hasta ese día que este “dentista,” en medio de limpiar el agua que su máquina dejaba en mi boca, acercó su rostro junto al mío y me dio un beso en los labios. Ahora, imaginen el tan incomodo momento de mis labios sedados y yo, entre el medio de rabia e impotencia, solo se me ocurrió decirle, “¿usted está loco?”  …no volví más (ahora necesito colocarme frenillos nuevamente).

Como segundo ejemplo, cuando estaba empezando el bachillerato, acorde el juntarme con una amiga en la biblioteca de la misma para hacer tareas. Cuando terminamos, la acompañé hasta dos esquinas hacia ‘arriba’ para que ella tomara el autobús público de regreso a su destino. Una vez ella abordo el vehículo yo, a punto de voltearme para iniciar mi caminata hacia el mío, cuatro jóvenes con uniforme de escuela pública y visualmente/físicamente mayores que yo me empezaron a agarrar mis nalgas -mientras me decían lo “rica” y “buena” que estaba… Empujé a uno de ellos; salí corriendo a casa… avergonzada por el qué dirán mis padres si les dijera que solo pude defenderme de uno solo.

Tres… ¿Qué edad tenía en la siguiente situación? Unos once… De camino a uno de los tantos indeseados mandados para el mercado local (cerca de donde vivo), un ‘hombre,’ manejando un carro maltratado y blanco, me seguía desde la esquina de la Cardenal Sancha (ya que con frecuencia evadía pasar por la ‘esquina de Martha’ [Calle El Morro] en donde los acosos estaban a flor de piel). Me percaté de la lenta velocidad que este hombre iba al notar que no era diferente a la mía, mientras llevaba una mirada perdida, emitía gemidos y, simultáneamente, intercambiaba sus manos… con una manejaba el auto; con la otra, su erección. No miré lo que él quería enseñarme, cuando insistía que me acercara a su carro para enseñarme ‘una cosa que te va a gustar.’ Detuvo su vehículo, yo asustada buscando con la mirada los lugares que podía correr, me preguntó ¿Cuál es tu nombre?

“María.”

“Que buena estas, María…”

Se levanta de su asiento, sin salir del vehículo, justo para mostrarme su miembro lleno de una sustancia blanca que yo desconocía.

Terminé mi mandado. Me fui a casa… avergonzada… con miedo… y muchas preguntas que asumía que no iban a ser respondidas y que nunca sabré si así lo seria.

Más de un millón de niñas y adolescentes son víctimas de violencia sexual en América Latina, y 25% de las niñas de entre 13 y 15 años reporta haber considerado seriamente suicidarse (El Comercio). En nuestra isla, el acoso sexual, la violencia de género, y al abuso sexual son comúnmente visto como algo que es ‘parte de nuestra cultura,’ así como recientemente lo dijo el procurador general de la República, Jean Rodríguez, quien también destacó el famoso refrán y la mala práctica de que, “en pleito de marido y mujer nadie se debe meter”(CDN).

“Pero es que ya no se puede decir un piropo…” o, “Solo te re-victimizas, debiste defenderte…” son solo dos de “Las 5 idioteces que debe oír una mujer acosada” (Metro RD).

#NiUnaMas,

#NiUnaMenos

No nos podemos quedar calladas.

Nunca, pero nunca es demasiado tarde; hasta que lo es.

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