Así somos

Le pregunté a varios hombres: ¿Cómo serían si fueran mujer?
La mayoría contestaron con una sonrisa como imaginándose en ese mismo momento la respuesta que me dieron… “Malas”

Cuando le preguntas a una mujer, su respuesta es totalmente lo opuesto. Si fuera hombre, tendría modales, no se perderían los besos de un” buen día” ni mucho menos los de “buenas noches mi amor”. No le compraría un regalo esperando algo a cambio, si tiendo a olvidar las fechas, me compraría una agenda para anotar el día de su cumpleaños, nuestro aniversario de novios o casados, y si es posible; hasta el día en que me dio el “sí”, entre otras fechas que consideraría importantes en nuestra relación.

La llevaría a conocer los lugares que aun no ha visitado, investigo lo que le gusta y lo que la haría enojar. La invito a salir un viernes o sábado por la noche a bailar, invito a sus amigas para que se sienta aun más cómoda; le doy confianza. Hablaríamos, porque sé que a ellas les gusta que le presten atención y formemos parte de la conversación. Los lunes no serían tan monótonos a su lado.

Tuviera puntería a la hora de ir al baño; usaría la cuchara, el tenedor y el cuchillo, y ¿por qué no? también la servilleta. La llevaría al salón de belleza y su centro de uñas. Me aprendería sus medidas para sorprenderla con esa vestimenta que tanto le gustó cuando cruzamos por la tienda aquella. No fuera necesario tener otra mujer por la calle, pues ella vale mucho más que una simple dama de compañía.

Comprendería sus miradas y los gestos que ella hace cuando no puede expresar en el momento; lo que siente. Tendría paciencia y le doy su espacio, no quiero que piense que la estoy asfixiando. Le digo lo linda, bella y hermosa que está y lo completo que me hace sentir a su lado. Si ella anda bien vestida, pues no dudaría en seguirle los pasos.

Esto es sólo una parte de lo que pensamos nosotras al momento que nos hacen esa pregunta. La mayoría de las mujeres somos diferentes, pensamos con la cabeza que tenemos bien puesta (arriba); los hombres, (¡Ay los hombres!) la mayoría de ellos; pues me lo reservo.

Te veré volar

Mientras sigo imaginando que todo pasará pronto, que todo lo que te propones se te cumplirá. Si es posible que no regreses y márchate por siempre. Que en tu corazón no existan latidos de lo que fue un amor mutuo, cuando me haces daño con sólo notar que me celas hasta con un escrito, más aun cuando no estás a mi lado y pretendes que te dé cada mínimo detalle de lo que ya fue más no sigue siendo.

Y sigo contemplando este círculo vicioso, el juego desesperante de un amante frustrado, ese que me cerró las puertas y quien colgó el teléfono sin notar que esperé una llamada de vuelta con un “cuanto lo siento”. Enojada, impaciente, desconcentrada, angustiada, decepcionada…

¿Qué es lo que esperas de mí? ¿Qué es lo que pretendes?

No estoy contigo, no me interesa nadie tampoco, no puedo ser libre mientras piense en ti, no cuando aun siento que soy parte de una relación prácticamente abierta y a la vez tan pero tan cerrada que me tiene claustrofóbica. ¡Déjame volar! O átame a ti de una vez por todas. No se siente bien, no me siento bien. Si vas a estar conmigo pues amén, pero si no; no más preguntas, no más celos, no más dolor.

Te amé, te amo y te amaré. Te dejo libre, quien decides eres tú.
Pd: Gracias por la canción en mi correo de voz…

C.R.O.P.

¿Y qué tal si te convierto en uno sólo?
Porque cuatro personalidades en una y con una sola misión me confunden. Porque al final sé que no optaré por ni una; no cuando actúas como un chiquillo tras un simple regalo.

C, ¿y qué tal si te convierto en un fiel amante? Tu complejo de abeja en busca diaria de un néctar perdido; está volviéndome loca, inestable, desconfiada.

R, ¿y qué tal si te convierto en decisivo? Ayer lograste sacarme un suspiro, esta mañana diste riendas sueltas a unas amigas olvidadas en mi vientre, y ahora mismo acabas de pisotear la esperanza.

O, ¿y qué tal si te convierto en detallista? Para nada que quiero fortuna, como acostumbras a darle a las mujeres de paso, pero al menos una nota que me haga saber que estarás allí para mí.

P, ¿y qué tal si te convierto en realista? Porque sólo compartí un momento contigo, y ya me dijiste que me amabas, que soy la mujer de tus sueños, y casi me compras el anillo. Sé que suena lindo, pero no cuando sólo te conocí hace unos días.

¿Y qué tal si te convierto en uno sólo? Porque esas cuatro personalidades en una sola persona no me muestran interés en lo absoluto, no quiero que veas solo este cuerpo pasajero, cuando se te pase eso, pueda ser que estaré por aquí. Mientras tanto te puedes conformar con una simple amistad. Si te atrae la oferta te puedes quedar, de lo contrario te puedes marchar, yo no sé guardar rencor en lo absoluto.

Los 14 de Cupido

Acompáñame a la mesa; querido Cupido, tenemos que hablar...

...Mírame a los ojos y dime si en tu lista existe al menos uno que valga la pena. Ve rayando a esos que no tienen respeto, a los que podrían serme infieles; a los que no son detallista, y a los que posiblemente sólo me quieran como muñequita de paseo.

No te olvides de tachar a los machistas, los cocolos (al extremo), los metrosexuales, los indeseables y los acosadores. Bueno creo que ya no quedan ni 5 en tu cuadernito; no me digas quisquillosa, es que simplemente lo quiero así, no sé por qué es mucho pedir.

No voltees la mirada Cupido, no me digas que es en vano este encuentro, te invito otro día si es posible, para que vayas examinando bien a los posibles candidatos. ¡Ay no me des falsas esperanzas! Sé que aun existe el amor, esas mariposas necesitan sentirse liberadas pronto.

Dime si alguien te ha dicho que me tiene una sorpresita este 14 de febrero, que me enviará un “te quiero” escrito, tal vez un chocolatito o un simple regalito. No me pidas que me baje de esa nube, que ya nadie cree en lo lindo o que ya nadie tiene un cariñito.


Se extinguieron las serenatas, se llevaron los angelitos, destruyeron el buzón del amor, ni una tarjetita en el correo electrónico te llega, mucho menos por debajo de tu puerta. Ya nadie quiere creer ni creer que quieran. Ya no hay besos apasionados sin que estén deslizando las manos, ni miradas de sentimientos puros sino de intensos “deseos”.

Me he quedado sola con mis pensamientos, pero siempre tengo fe. Por ahí debe haber quien comparta lo mismo. Dime Cupido, ¿sigo con el refrán?

Es mejor estar sola que mal acompañada…

Enamorada

Enamorada de lo que no puede tener precio.
De las montañas verdes y las playas cristalinas.
Del cantar de las aves, del soplo del viento.
De los frutos de un árbol y la sombra que nos brindan…

Un amigo me dijo que estaba enamorada de los anuncios, sobretodo de esos de turismo; cuando te presentan la república como el paraíso (como lo que es para su creador). Es que no hay palabra que defina lo bueno que se siente presenciar un amanecer y/o un atardecer.

Enamorada del reflejo de la luna sobre el mar.
Las reglas y jerarquías de un león en la selva.
De lo libre que vuelan los pajaritos, de la belleza de una mariposa.
De nunca haberme sentido tan confiada al nadar; que cuando lo hice con un delfín.

¡Ay mi isla!, nací en ella y aun no conozco ni el veinticinco por ciento de ésta.
Dicen que me queda tiempo (puede ser que de sobra y puede ser que no), pero quisiera aprender más de ti, de lo perfecta que te creó Dios y las tantas maravillas que nos regalas cada día.

Gracias Dios por cuidar nuestra isla (y nuestro planeta) aun cuando nosotros la maltratamos.