“¡Ajentá!”

Amo que me ames, pero no me gustan las repeticiones, no es que me considere vieja pero tampoco creo que sea tan joven como para no pensar por mí misma. Tus consejos son buenos, créeme que he tomado en cuenta todo lo que me has dicho y trato siempre de mantener mi promesa de ser una buena hermana (aun cuando nos “matábamos” cuando pequeñas y siempre me ponía delante para aguantar las pelas que yo merecía por ti).

No hago esto por tu protesta pública, sino porque parece no has prestado atención y tengo que escribir para que leas cuantas veces quieras este agradecimiento por estar siempre atenta a mí y agradecerte a la vez el que no me repitas tanto las cosas. Sabes que tengo mucho en mí pero no puedo demostrarte todo; ya que siempre me frenas antes de empezar.

Mi fe sigue igual, yo también creo en Dios como tú. Mami y papi nos supieron criar. Siempre nos dijeron que Dios nos está mirando y que en vez de miedo; le tengamos temor. Eres mi segunda madre (no tan solo porque te comportas como tal) sino porque te respeto y te valoro mucho.

Evelyn y tú son tan diferentes pero muy parecidas a la vez. Con ella puedo relajar, ella reírse y seguirme la corriente; pero si lo hago contigo, tendría que pensar en las palabras que no puedan herir tus sentimientos. Los consejos que necesito, los divido; a ti te pido los de mayor peso y a ella le dejo los del momento actual. Las amo a las dos por igual, y que no te quepa duda de eso.

Y aunque te duela reconocerlo, ya crecí. Creo que las cosas que haga mal (esta vez) irán por cuenta mía. Así que no te quejes tanto de tu hermana menor, de tu “ajentá” querida.

I love you too.