Desde que salgo de casa, puedo escuchar murmullos a distancia, pues no hay más ruido que cuando ellos hacen silencio.
- Mira como va sola…
- ¿Quién será que llegó en ese vehículo a buscarla?
- La hora que es, y ella se va ahora…
- ¿Acaso se dejó de su ex?
- ¿Acaso ya tiene otro?
- ¿Se cortó su cabello?
- Observa cómo va vestida…
Voy a variarles el menú, para que le agreguen más preguntas a su cuestionario. Le echaré más sazón a su caldo, para que llegue el día en que se harten temprano, pues yo voy pa´ largo…
Muchas de las personas que me dicen: ¡Ay Diana, deja que hablen! Son los primeros que lo hacen, es por esto que he dividido en muchos caminos la forma de mis escritos (pero su raíz sigue igual). ¿Qué importa si un día quiero expresar que no me importa nadie? ¿Acaso es algo que no le ha pasado a cualquiera?
¿Qué importa si escribo acerca de lo bien que alguien me hace sentir, de los problemas que me dio un antiguo amor, de lo feliz que estoy en un momento determinado, y de tantas otras cosas que como mujer yo siento?... Quien no se sienta identificado con algunos de mis escritos, pues que escriba uno nuevo o que me deje compartir lo que otros han sentido al igual que yo.
¡Déjenme vivir! Si ya ustedes vivieron.
¡Déjenme ser libre! Si ustedes aun no lo son.
¡Déjenme llorar! Si no van a llorar por mí.
¡Déjenme amar! Si estoy correspondida…
Si lo que quieren es respuestas, hagan sus preguntas más directas. Pues el que nada debe, nada teme. Todos saben que no tengo enemigos, simplemente admiradores. Vamos a vivir sabiamente, y dejen vivir a sus “vecinos” (Esta es una de las tantas veces que quiero escribir una mala palabra, y aun no me sale. Que alguien la diga por mí).
