Durante el trayecto de mi vida he conocido muchos de los que llamamos amigos (sin importar conocerlo por un momento). Valoraba a cada uno por igual, decidida a “meter la mano” por alguien que venía a mí con una mirada de gato hambriento. ¿Aun puedo ser así?
Gracias a Dios porque aun pone esperanza en mí, para seguir creyendo en la gente; cosa que en esta realidad que vivimos es extremadamente grave, ya que me han usado sin lograr notarlo (solo al final de sus jugadas). No es tan fácil elegir un amigo, pienso que mientras más tengo conocimientos, más creo en mis amigos que vienen creciendo junto a mí (mental y físicamente).
¿Por qué elegir amigos solo por beneficios? No tengo todo el dinero del mundo, no tengo dinero en lo absoluto; pueda ser que tenga muchas relaciones públicas, experiencias, y un deseo de superarme e indiscutiblemente de que mi Michael tenga lo necesario para sobrevivir. ¿Qué te motiva decir que soy tu amiga? Si tan solo me buscas cuando necesitas algo, si me llamas al teléfono al momento de enterarte de un chisme barato; si nunca me has escuchado ni interesado lo que me está pasando en este momento, y lo peor de todo (y tan común): hablar a mis espaldas… ¿Quién crees que se ve peor?
Entonces, mis amigos son:
Los que me aman no solo por decirlo, sino por sus actos.
Los que celebran mis triunfos y más cuando son parte de ellos.
Los que creen que Dios está presente y te alientan cuando estas triste.
Los que valoran la amistad tal como si fuera un tesoro perdido.
Gracias a los que vienen a mí por beneficios (lamento no poder beneficiarlos a todos ya que no está a mi alcance), pero sobre todo gracias a los que realmente puedo decir que son mis amigos; ya que estos están a tu lado siempre y te brindan tu apoyo sin importar en el mal tiempo en que estén.
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