Impaciente soledad

Cuando tienes un tiempo sin una pareja a tu lado, la soledad empieza hablar sin palabras. Pone tu mente vulnerable y creyente a cualquier palabra bonita que te digan; creando confusión, ansiedad y ganas de amar y ser amada. Te pones a prueba y compruebas si es pasajero o podría ser lo duradero.

La mejor forma de saberlo es ser paciente. Aunque te cueste trabajo, el no derretirte y hasta aceptar los cortejos que hace tanto tiempo no te han dado. Un periodo de tres o cuatro meses, como una prueba de que este encanto no sea parte de la impaciente soledad, puede ser efectivo. Pero, ¿cómo reaccionar sin dar brecha a una posible falsa esperanza? Nadie desea, ni merece que jueguen con sus sentimientos.

De repente crees que ya llegó el indicado, y sin juzgar su pasado, lo quieres a tu lado. ¿Cómo abrir nuevamente tu corazón, sin tener temor a ser herida?. Sentir temor, luego de salir de una relación egoísta, es completamente normal. Las heridas deben sanar solas. Un buen martillo puede sacar un clavo, pero al final, queda el hueco dejado. Es por ésto que ciertos martillos sirven para ayudar a "relajarnos", pero lamentablemente, no funcionan para siempre.

La soledad puede ser amarga. Arrastrarte a su sombra y crearte el lema de que "todos los hombres son iguales". La soledad es enemiga del compromiso, del afecto y el cariño. No la quiero a mi lado, tampoco la recomiendo ni al extraño. Mientras tanto, si llevo más de un año esperando; nada me cuesta durar un poco más. Quiero caminar hacia al frente, enfocada como un caballo en plena carrera. Porque el que espera, desespera; pero al final obtiene su recompensa.