Recíproco (El refugio - Parte 4)

Hace unas semanas llegó una madre soltera desde el este de África. No sabe hablar inglés, ni mucho menos entiende señales. Se rumora que la notaron ingresar al hotel, con un solo bolso; causando así compasión entre muchos de nosotros.

Cada quien ha aportado su granito de arena, para que ella y su hijo (de 3 años de nacido), puedan tener "algo", mientras que aprende a desenvolverse dentro y fuera del refugio.

En uno de mis intentos de lenguaje por señas, logré decifrar que tiene otro hijo, a quien dejó en su país natal. Pero seguir hablando de esa manera, resulta frustrante para cualquiera. Al igual que yo (los primeros días que llegué), ella toma platos desechables extra, servilletas y demás utencilios que colocan a la hora del desayuno. No es fácil llegar a un lugar tan lejano y totalmente nuevo para tí.

Al día de hoy, no se puede quejar; el cambio es sumamente notable (para bien). Esta tarde llegaron unos miembros de una iglesia local. Llenaron el área del comedor, con ropas de niños para regalar. Dijeron que empezarían a las 3:30pm, así que a las 2:30pm ya estaba lleno de personas esperando la hora.

Estando sentada en el lobby (esperando a que mi morenito llegara de su escuela), una de las terapeutas de los martes, llegó con unos regalos para quienes asisten a estas terapias. Tenía conocimiento del caso de la africana, así que le trajo unos regalos también. Le dió a elgir entre un coche tipo "sombrilla" a uno completo, de esos que traen el asiento del carro (car seat). Ella, que tonta no es; optó por el completo.

Le digo que su hijo no cabe en el asiento del carro (ya que es hasta los 9 meses, "si acaso"). Se ríe y me hace una señal de que está embarazada (un arco desde su ombligo hasta debajo del vientre). Obviamente no lo está, ya que su vientre está más plano que un papel. Pero continúa riéndose, (de esa risa que no necesita de un intérprete para traducir que esta mintiendo) y me enseña con sus dedos que tiene "5 meses".

Dejó al descubierto que no era lo que todos pensabamos. Sus ojos estaban llenos de codicia, a medida que llenaba su coche con las ropas que estaban regalando (cuando habían dicho que tomaran 4 piezas por cada niño). Sabemos que existe la "necesidad"; pero, ¿qué necesidad hay, de tomar hasta lo que no nos hace falta?

¡Es recíproco! Mientras más damos, más bendiciones recibimos. Pero también creo, que si aprendes a decir "no" a las cosas que no necesitas; también te llegan las que sí son necesarias, como por arte de mágia. No creo en el dicho: "Mientras más conozco a las personas, más quiero a mi perro". Es necesario aprender a "hacer el bien, sin mirar a quién" (aun que no resulte fácil).

Mi estadía en este refugio ha sido sin duda alguna, una gran escuela para mí.